lunes, 1 de agosto de 2016

Alforjas llenas

Alforjas llenas

Visita a la CDMX con motivo del
XXXIX Congreso Nacional de Cronistas

José Armando Infante

Aprovechando la celebración del XXXIX Congreso Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicana en la flamante Ciudad de México, aprovechamos para revisitar viejos lugares y llenarnos de nuevas historias de sus tantísimos sitios de interés, tanto museos, como lugares que fueron escenario de acontecimientos que han marcado a nuestro país.




            Pero cada lugar, cada calle y cada centro cultural contiene en sí mismo una pléyade de historias, pues en ocasiones cada pieza en exhibición, por ejemplo, es el pretexto para un rico compendio que nos permite visitar la vida y obra del artista, la anécdota y circunstancias en que fue hecha, así como la trascendencia que tiene y el impacto que ha provocado en las siguientes generaciones.
            Por si todo ello fuera poco, hemos tenido oportunidad de visitar algunas librerías y encontrarnos con viejos y nuevos libros que nos permitirán continuar con lecturas placenteras e instrumentos de investigación relativas a la historia y la cultura de nuestro México, pero de manera especial las que tienen que ver con nuestra historia regional. Quiérase o no, la Ciudad de México reúne a los mejores fondos editoriales y ahí es posible localizar en grado superlativo lo que hemos soñado en esta línea, que bien podríamos decir que fuimos como abejas al panal. Pero, para alivio de mi mujer que me pone las cruces cuando llego con bultos de libros que sigo acumulando y nos reduce dramáticamente los espacios de convivencia familiar, ahí está siempre el buen juicio del bolsillo, que nunca nos permite excedernos, no sé si para bien o para mal.
            Pero también dicen que las conversaciones con gente interesante e instruida, hacen las veces de una fructífera visita a una biblioteca, pues muchos de nuestros compañeros cronistas del país son como un pletórico compendio de historias que generosamente comparten a la primera oportunidad, lo que siempre nos ilustra sobremanera y que por supuesto aprovechamos al máximo en esta ocasión.

Medalla
A la izquierda, la Dra. Teresa Franco, directora del INAH, es distinguida con la medalla Clementina Díaz y de Ovando, que le entrega la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas a través de su nueva presidenta, la antropóloga María de Jesús Real García Ortega, por cierto la primera mujer en ocupar la presidencia de la ANACCIM.
El Dr. Eduardo Matos Moctezuma, cronista emérito y vitalicio del Templo Mayor, comentó en su conferencia magistral acerca de la obra del considerado el primer cronista de la Ciudad de México, Francisco Cervantes de Salazar, quien describe cómo lucía en 1554 la Ciudad de los Palacios.

            Como parte del programa de este Congreso de Cronistas, se incluyeron conferencias magistrales con la Dra. Tere Franco, directora del INAH; Eduardo Matos Moctezuma, cronista emérito y vitalicio del Templo Mayor, de don Jorge de León, cronista de Iztapalapa y miembro distinguido de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas.

       Lamentablemente, por motivos de salud, el Dr. Miguel León Portilla, con poco más de 90 años y ex cronista de la Ciudad de México, no pudimos disfrutar una de seguro interesante charla de su parte. Vale decir que don Miguel sustituyó en el cargo al fallecido Salvador Novo en 1974, pero que después de un tiempo renunció al nombramiento oficial, según argumentó, porque perdía el tiempo en múltiples representaciones del presidente de la República y actos de formalidad que no le dejaban dedicarse a lo suyo de manera apropiada. A él lo sustituye el cronista Guillermo Tovar y de Teresa, quien por cierto presenta una iniciativa para que a la figura del cronista individual lo sustituya un Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, vigente desde 1987.
Dr. Jorge de León, cronista de Iztapalapa, lugar que se distingue por ser donde se celebraba la ceremonia prehispánica del Fuego Nuevo, y que hoy celebra cada año la tradicional Pasión de Cristo, fiesta que convoca, al decir de algunos, hasta dos mil personas, lo que la convierte en la celebración de este tipo más grande del mundo.

            Y más que conferencia, fue un vértigo de información don Jorge de León, quien nos habló de su Iztapalapa, pero supo engarzar a rico pasado prehispánico, incluyendo sus mitos y leyendas, para culminar en el moderno Iztapalapa, orgulloso de sus tradiciones y raíces. Por cierto, la exposición de Jorge de León fue en el cerro de la Estrella, lugar sagrado para los nahoas, y en donde hoy, después de una gestión de más de 20 años, logró establecerse lo que se conoce como el Museo del Fuego Nuevo, un sitio que vale la pena conocer por dentro como por fuera, pues su desarrollo arquitectónico está en armonía con su vocación de centro ceremonial.

            Esto es apenas una pequeña parte de lo que seguiremos detallando en otras colaboraciones, pues de allá de la Ciudad de México llegamos con las alforjas llenas.

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